La semana pasada escribí un hilo en Twitter que se hizo viral en pocos minutos. Este artículo es el segundo de una pequeña colección en la que estoy compartiendo algunas ideas de fondo sobre las que flotaba ese hilo. Creo que son útiles no solo para entender el mundo, también para conducirse en la vida.
Esta segunda entrega habla sobre cómo ha cambiado nuestra concepción del tiempo.
El software, en su primera versión, siempre intenta imitar al hardware. Por eso, en la primera versión de Internet, las webs eran sitios estáticos que no cambiaban y que se conectaban unos a otros: El hardware era una red de ordenadores e Internet era el software que imitaba a esa red: un montón de artefactos digitales casi inmutables a los que se podía acceder y poco más.
Pero “no es correcto pensar en las redes como sistemas compuestos de computadoras. Más bien, conectan a personas utilizando ordenadores como mediadores. El gran éxito de Internet no es técnico, sino en su impacto humano”1.
Si pensamos en Internet como un inmenso conector de personas, casi se cae por su propio peso la razón por la que internet ha cambiado la noción del tiempo y es que las personas no somos objetos estáticos. Lo que ha conectado Internet no son un montón de realidades inmutables, como webs estáticas, sino un montón de personas. Y las personas somos una biografía, un ser cambiante, que piensa, que va construyendo un relato a medida que evoluciona y que tiene en su interior un caudal de consciencia: de ideas, de pensamientos, de invenciones, de canciones, de emociones. Lo que ha hecho Internet no es, ni más ni menos, que poner en común el torrente de la consciencia de cada una de las personas de este mundo. Normal que estemos abrumados.
Por eso Internet no es una red en el sentido que imaginamos, no es un objeto físico inmutable (Esta sería la primera concepción del software, que quería imitar al hardware). Internet es un inmenso río, un torrente monumental formado por el caudal acumulado de miles de millones de consciencias que no ha hecho más que empezar a fluir, pero que seguirá fluyendo mientras exista nuestra especie.
Y ocurre una cosa y es que, mientras hasta hace muy poquito estábamos acostumbrados a estar a solas con un riachuelo muy pequeño, formado por muy pocas consciencias (quizás la de nuestros padres o la de nuestras parejas y la nuestra propia), y teníamos mucho tiempo para observar todo lo que era inmutable a nuestro alrededor, hoy estamos inmersos de lleno en ese inmenso río de la consciencia colectiva. Por eso tenemos la sensación de que todo cambia más rápido. No es así, simplemente, lo percibimos de otra manera. Lo que permanece no llama nuestra atención porque ya lo conocemos, pero todas esas historias de vida y todas esas nuevas informaciones que provienen del torrente de la consciencia de otra gente nos atraen irremediablemente. Es como si hubiera habido una inundación en nuestro cerebro.
Sotto voce, esta transformaicón está cambiando el mundo. Lo vemos en las propias redes sociales, que están pasado de ser un repositorio de información a una colección de efimerísimas stories que transcurren, no permanecen en ningún sitio, como un río.
También en la economía está pasando algo parecido. Los inversores y los analistas de negocios hace mucho que dejaron de preocuparse por la foto estática de las empresas (la cuenta de resultados y el balance) y están mucho más preocupados por el cash flow, que se ha convertido en el nuevo dios de las finanzas.
El mejor jugador de este nuevo juego -por mal que te caiga, que a mi también- es Elon Musk. Ese señor que entendió hace mucho tiempo que es irrelevante si tu empresa va a dar los resultados esperados a 20 años vista, lo relevante es que hoy, en este momento, siga reteniendo la atención en mitad del torrente de las consciencias. Para ello, vale inventarse que vas a tomar al asalto la industria automovilística, a hacer una red de tuneles para conducir coches a toda velocidad, que vas a colonizar otros planetas, comprar una de las redes sociales más importantes del mundo o retar a otro mogul de Internet a una pelea en una jaula, da igual. El objetivo es seguir en el centro de la atención porque una parte de esos que te están mirando tienen la capacidad de seguir invirtiendo en tus empresas y eso -el cash de hoy, no el negocio de mañana- es lo que importa.
Pedro Sánchez -como ya hicieron Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, como hacen otros muchos políticos en el mundo- ha entendido esto mismo. La gente no tiene tiempo material ni capacidad de atención para reflexionar sobre cosas que ocurrieron en el pasado. Lo único que importa es la atención de la gente, hoy, y el vínculo íntimo que se hace con las personas cuando, por la vía de recabar su atención, vas formando parte de su torrente de consciencia. Esto es lo que en el hilo llamábamos “la posesión de la pelota”.
Antes de que te tires al pesimismo (que te veo) quiero decir que yo no creo que este mundo sea peor que el anterior. La nostalgia, además de no valer para mucho, tiende a ser tramposa. Es muy posible que este salto de la consciencia humana que hemos tenido el privilegio de vivir en primera persona sea un antes y un después en nuestra especie, un cambio de paradigma que nos haga inmensamente más brillantes -y, por tanto, más bondadosos- de lo que éramos.
Pero en el mientras tanto, entender es también una manera de encontrar tranquilidad. Y para eso yo creo que se puede aprovechar esta idea de la realidad como un río.
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Esta cita de David Clark, uno de los pioneros de Internet, forma parte de la pre-historia de la red, de los inicios de una cosa que se llamó “Arpanet” y que se puede aprender en este enlace.
guerras, hambrunas, explotación... claro que hay episodios positivos y momentos bonitos, pero en general somos un depredador terrible, entre nosotros y contra el mundo que nos rodea. No somos capaces de unirnos contra el cambio climático, ni de paliar el hambre en África, ni limpiar el mar, ni salvar a gente en pateras....
Pero insisto, he sido abuelo recientemente y no puedo ser tan pesimista. ¡Una nieta devuelve la esperanza!
me alegro de haberme suscrito a tu blog y me encantan tus reflexiones. Pero con la forma de pensar que tienes, no entiendo por qué te postulas a favor de EU o de UA